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jueves, 30 de diciembre de 2010

AÑO DE NIEVES...

Cuando abres la puerta de la calle a principios de diciembre y descubres que toda la noche ha estado nevando, que todo está cubierto de un manto blando y esponjoso, no cabe más que pararse un segundo y deleitarse con ello. Cuando empiezas a caminar y tus pasos casi ni se oyen y cada uno constituye un nuevo juego de equilibrio, no cabe sino sonreír y avanzar...
Y así llega poco a poco el invierno real a Varsovia.

Digo poco a poco pero no es completamente cierto, tras un par de tentativas de nevada, el invierno llegó de repente el mismo día del Barça-Madrid, con una nevada tan enorme que colapsó toda Varsovia ¿Cómo puede ser que aún les pille por sorpresa? Pues pasa.
Por supuesto tras un día entero nevando, los españoles nos juntamos en diferentes sitios para ver el gran "Clásico"... en concreto Alex, Carlos y yo nos fuimos a casa de Guille, becario del Excal que vive al lado del casco antiguo de la ciudad.

Camino a su casa quedó de relieve lo novatos que éramos cuando al intentar atravesar una plaza, decidimos "atrochar" (valga la expresión) por el centro, en vez de recorrer el camino que todos los polacos usaban para rodearla.
Resultado: mientras todos los polacos pasaban con facilidad por un camino ya hecho, los españoles acabamos metidos hasta la rodilla en nieve virgen, maldiciendo y farfullando... ¡Bienvenidos a Caradhras, chicos!

Maravillado paseaba yo por Varsovia el primer día de nieve, tan feliz con mi gorro camino del trabajo. Crucé una calle, dos, y me preparé para atravesar Marszalkowska, que ya generalmente es una aventura porque mucha gente lo hace al mismo tiempo, subiendo y bajando del tranvía, pero hoy era aún mejor, porque había nieve.
 
Pisé la acera opuesta y apenas tuve tiempo de autofelicitarme interiormente: "qué grande eres tío!... eh, un segundo, suena un motor, es uno de esos tractorcillos que quita la nieve de la calle para dejar la acera limpia... una niveladora. Atención..." y me detuve un segundo para escuchar...
"Viene de la derecha, pero no está cerca", me dije mientras me encaminaba al autobús, esforzándome por escuchar a través de la tela del gorro. Reboté un par de veces con montones de nieve que había dejado la máquina y mientras buscaba mi camino, tuve esa extraña sensación que a veces se tiene de que algo se te viene encima... "¿Donde demonios está la niveladora esta? No hay quien la localic... eh! no será eso que viene... no me jod.."
Un topetazo y un "¡CLONC!" fueron la mejor de las respuestas...
"Bravo Alex! primer día de nieve y te atropella la niveladora! esto sí que es llegar y besar el santo" Me dije, sin poder contener una sonrisa  bajo la bufanda (y tras apartarme y empezar a buscar un camino libre en un enorme montón de nieve).

Pero mi incidente no había pasado desapercibido y a mi alrededor se lió una acalorada discusión que, gracias a mi polaco avanzado puedo traducir fidedignamente como:
A: A la izquierda, izquierda! Te dije a la izquierda, pedazo de #~·%$&!
B (Conductor): ¿Qué izquierda? ¿La suya o la mía?
C (Señora): ¡La otra izquierda!
B: ¡Ah! ¡haber empezado por ahí!

Mientras tanto yo preferí poner tierra y nieve de por medio y me dirigía ya a la parada del autobús aprovechando la confusión durante la cual, la niveladora se mantenía quieta.
 
Por supuesto cuando llegué a la zona del trabajo, donde hay que seguir un camino entre jardines, no había ni camino, ni jardines, todo era nieve y me las tuve que apañar con el bastón a modo de buscador de agua, para ver si debajo de aquello había tierra o asfalto.

Durante el último mes, me he perdido ya varias veces yendo al trabajo, alguna al salir por ahí o al ir de conciertos... he cruzado calles principales sin darme cuenta, he tropezado con vías ocultas bajo la nieve, etc, etc... Pero como me dijo Magda hace tiempo "Esto es lo que te gusta de Varsovia como decías en tu blog ¿no? ¿perderte para disfrutarla?" y qué razón tenía!! Además me da la oportunidad de preguntar... y usar mi polaco.

Ésto me confirma el dicho famoso de que uno es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios... :-D así que a lo hecho pecho!
 
La experiencia de ir con el gorro puesto sobre la nieve recién caída es algo que no puedo dejar de señalar. Cuando uno no ve, lleva las orejas tapadas y no oye ni sus propios pasos, no hay nada que tocar porque todas las referencias del suelo están cubiertas y no hay nada que oler porque la nariz se ha quedado hecha un carambanillo, sólo queda echarle ganas, afinar los sentidos y rezarle al instinto y  la intuición... ¡Voy a acabar este año hecho un Ninja!
 
Una vez más me ha salido una entrada enorme... es culpa del retraso con que publico y me he dejado mucho en el tintero.
En cualquier caso, cuando pensé en esta entrada siempre quise dedicársela a Vir. Aunque hay veces en que todos tus sentidos te indican que no hay salida, ésta siempre existe... y es la voluntad de continuar la que mágicamente puede hacerla aparecer. Hay gente con mucha magia y Vir es una de esas personas. Me alegro de poder seguir sus aventuras de nuevo.
 
¡Nos vemos en los bares chicos! (que en la calle nos prohíben beber)

P.D.: Al principio el frío nos encantaba, tenemos la ligera sospecha de que seguiremos una evolución parecida a esta ¡me acuerdo de ti Obradó!:

http://www.youtube.com/watch?v=hVkdYqhrPRw

miércoles, 1 de diciembre de 2010

¡Berlín!

ESTACIÓN CENTRAL DE BERLÍN
11 de Noviembre de 2010...
 
Jueves por la tarde...
 
Más o menos a la hora del té :-P
 
Allí estaba yo, tras 6 horas de tren, listo para concer Berlín en un fin de semana largo que
nos proporcionó la fiesta nacional del levantamiento de Varsovia contra los rusos.
Maleta en mano y medio sopa salté del tren y el aire frío me despejó de golpe.
Así empezó un fin de semana que tengo que resumir en pocas líneas.
 
Una vez me hube reunido con Adrian y Ugne que vinieron a buscarme a la estación, fuimos a
comer algo típicamente alemán que Adrian pronunciaba... "duuna"... y que describieron como
una especie de sandwich con carne, salsa y muy típico de Berlín.
Allá iba yo muy emocionado, cuando por fin vino la comida... y me encontré delante de un
Kebab! ¿No saben pronunciar donner como dios manda o qué? :P
 
Tras esta primera toma de contacto, nos fuimos a visitar la puerta de Brandemburgo y el
monumento al Holocausto, una especie de laberinto hecho con bloques de piedra rectangulares.
Algunos me dijeron que quien lo diseñó deseaba que el público experimentara la sensación de
desorientación que sufrieron los judíos en su momento, la confusión de no saber dónde se
está o dónde se debe ir. Ugne aventuró que los bloques rectangulares representan las lápidas
de los judíos que perdieron la vida en aquella barbarie.
Sea como fuere, después de ésto y visto que la oscuridad se enseñoreaba de Berlín (y que
hacía un tiempo de perros) nos fuimos a tomar una cena a un restaurante croata (más
germano-turcos no, gracias!) y luego a dejar todo al apartamento de Adrian, en Berlín oeste.
 
A la mañana siguiente nos levantamos pronto y dimos un buen paseo por Berlín, recorriéndolo
hasta los suburbios orientales, donde vive Ugne.
Tiempo lluvioso y viento, es lo que más recuerdo de Berlín. La gente me pareció agradable,
pero no tanto como en Polonia, he de señalar.
Acompañé a Ugne a una clase de baile y la mañana pasó volando!
A mediodía aprovechamos para ir a comer algo típico berlinés... que resultó ser salchicha,
por supuesto, con patatas, ensalada y curry... sí, no me miréis así, que por lo visto lo han
convertido en plato típico. :-P
Por la noche salimos y por fin nos dimos a la cerveza como Dios manda! ¡Bien! Encontramos un
pub con música en directo, comida rica y una camarera genial que nos aconsejó
estupendamente...! y así volvimos a casa a no sé qué hora con gran regocijo...
(Por cierto si alguna vez tenéis que ir al baño en la calle... no lo hagáis donde crecen las
ortigas! :-O GRRR)
 
El sábado nos levantamos pronto y nos fuimos al centro. Ugne y Adrian tenían unas reuniones
en el Congreso de Berlín (ojo que he estado allí!) y yo me fui con Frida, otra chica que
había estado en Perú el año anterior y hablaba un español muy divertido a seguir visitando
Berlín.
Lo pasé muy bien, estuvimos viendo distintas zonas de la ciudad, sus canales, puentes (con
algunos personajes dignos de hmm ¿admiración) y fuimos a visitar el museo de los judíos...
que justo ese día estaba cerrado.
A riesgo de parecer cruel tengo que decir que me parecía super gracioso ver a Frida, toda
una alemana de 1,81 de estatura, hablar como los peruanos, que suelen ser chiquitines.

Hubo que comer a la carrera porque a primera hora de la tarde íbamos a posar en un reportaje
fotográfico! (Qué os voy a decir chicos, el que vale, vale :P)
Yo sobretodo estoy encantado por salir en las fotos con Ugne! :-P
 
Y ya a media tarde fuimos a ver el museo histórico de Berlín, muy interesante, porque es un
sitio donde se ha reproducido el Berlín de los años 40, tal como era en los mapas, pero
también tal como eran sus casas.
La experiencia no es sólo visual, hay objetos replicados que pueden tocarse e incluso se han
esmerado en generar olores, sonidos y distintas temperaturas para cada habitación, que
representa una parte de aquel Berlín.
En conjunto es todo un paseo en cinco sentidos por lo que debió ser la ciudad.
 
... Y luego hicimos una visita a uno de los dos bunkers antinucleares que se diseñaron en
Berlín para el caso de un ataque con bomba atómica!
Indescriptible la claustrofobia del sitio, donde sólo caben 3.000 personas (para todo Berlín
Oeste) y que deberían permanecer allí dos semanas, en total acinamiento, con suministro
racionadísimo de agua, tanto potable como no potable, un calor sofocante generado por sus
propios cuerpos ya que la ventilación es más que escasa... Pasillos y pasillos de piedra
gris, con bloques numerados, y varias capas de filtros para cualquier cosa que viniera del
exterior, incluidas personas.
 
Le tengo que dar las gracias a Emma, una chica sueca que me acompañó durante la visita al
bunker, porque mis amigos que eran todos alemanes se unieron al grupo guiado en alemán y yo
fui el único que se fue con los anglófonos. Ella nunca leerá mi agradecimiento, pero al
menos que a mí no se me olvide.

Después del tour, nos reunimos de nuevo muchos se despidieron (entre ellos Adrian) y
nosotros volvimos a casa de Ugne para cenar e irnos de copitxuelas.
No me preguntéis cómo pero, en medio de los barrios orientales de Berlín, donde se han
instalado sobre todo los inmigrantes rusos y ucranianos, acabamos tomando mojitos en un
sitio llamado Habana.
 
La noche era aún casi joven cuando volvimos a casa de Ugne para tomarnos la antepenúltima y
hacia las 6 de la mañana volvimos a la estación central donde yo tenía que coger mi tren de
vuelta a Varsovia!
 
Apenas me dio tiempo de entrar en el vagón, saludar... y quedarme dormido.
 
¡Ha quedado muchísimo por ver en Berlín pero sé que volveré!
Un abrazo a todos!!

P.D.: a ver si algún día me pongo a subir las fotos.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

CRACOVIA: UN FIN DE SEMANA DE MUERTE.

¡Era viernes 29 de octubre de 2010... el día para iniciar mi primer viaje por Polonia!
Puente multitudinario porque el 1 de noviembre es el día de Todos los Santos, que aquí éso
de Halloween no se lleva.
  
La estación central de trenes estaba a reventar, como en la guerra, menos mal que contaba
con buena gente que me acompañó hasta que encontramos a la "asistencia" que habíamos pedido
para que me echaran un cable a encontrar mi tren y subir a él.
La "asistencia" resultó ser un hombre enorme y muy simpático, que no hablaba ni pizca de
inglés, excepción hecha del "OK" que dominaba a la perfección.
Nos acompañó al tren, me ayudó a entrar... y se hizo la picha un lío (con perdón de la
expresión) a la hora de encontrar mi asiento.
¿Cómo puede alguien equivocarse al mirar asientos en un tren? Quiero decir, están alineados,
numerados... sólo hay que mirar que el número del billete y del asiento coincidan.
Aún no sabemos cómo pero el hombre lo consiguió.
Total, que después de 10 minutos de confusión y jaleo, atascando el pasillo del vagón, un
chico que hablaba inglés encontró mi asiento perdido.
  
Subí la maleta al compartimento de arriba, me senté y empecé a manipular el mp3.
Yo pensaba que me había puesto demasiadas capas de ropa para ir en un tren, ¡me estaba
asando! pero descubrí que según caía la noche, alguien debió abrir alguna puerta o algo
porque de repente en el tren empezó a hacer una rasca considerable y llegué a Cracovia
encantado con mi estrategia "cebolla" de capas múltiples.
  
Bajé en Cracovia (jugándome el tipo, aquí los agujeros entre el tren y el andén son como el
abismo de Moria... "¡corred insensatos!") y me encontré con Kamilla, mi amiga polaca y su
novio Jazek que habían venido a buscarme.
También estaba el hermano de Jazek, Rafael, y su sobrino, Mihail. (espero estar
escribiéndolo bien). Al día siguiente nos reuniríamos también con Ewa, la mujer de Rafael,
que constituiría el último miembro de nuestra expdedición.
Como ya era tarde fuimos a casa de Kamilla a dejar la maleta y nos quedamos charlando y
cenando algo, acto que culminamos con un vodka de cereza (aún no soy capaz de escribirlo en
condiciones) que preparaba su padre y que estaba buenísimo!!
 
A la mañana siguiente nos levantamos con tranquilidad por aquello de ser sábado y nos
arrojamos a ver Cracovia.
 
Me ha parecido una ciudad bonita, con encanto, pero más pueblo que Varsovia... debe ser que
yo soy más de capitales, porque me encanta lo de las multitudes.
 
Jazek trabaja poniendo carteles en braille en los monumentos y adaptando éstos para que
personas con discapacidad puedan tener acceso a ellos.
Visitamos un par de museos, que curiosamente aunque anuncian estar adaptados para invidentes
no tenían ninguna exposición adaptada por el momento (estas cosas pasan :P). Y luego nos
fuimos a ver la ciudad en sí.
Cracovia es una ciudad monumental, se mire por donde se mire. Desde la puerta de Florian y
la Barbacana hasta el castillo se extiende el Camino Real, con monumentos y edificios
famosos a cada paso.

Resulta que al lado de los principales monumentos existen maquetas de los mismos, que pueden
tocarse. Las maquetas están al aire libre o algo escondidas, pero por supuesto Jazek las
conocía todas.
¡Fue genial porque pudimos disfrutar de todos los monumentos por los que pasamos! Las ya
mencionadas puerta de Florian y la barbacana, la iglesia de Santa María y un larguísimo etc,
hasta el castillo, que por supuesto también tiene su maqueta.

Estuvimos en la lonja de paños, en la plaza principal y vimos al trompetista que sale a
tocar a cada hora en punto un solo de trompeta sobre la torre más alta de la iglesia de
Santa María.
Al parecer esta costumbre viene de una noche en que el enemigo (aún no he conseguido que las
fuentes se me pongan de acuerdo, unos me dicen turcos y otros mongoles, vaya usted a saber,
aunque si fueron mongoles se pegaron un pirulo del copón para llegar a cracovia, ¿no?),
atacó la ciudad.
El centinela de guardia inició un solo de trompeta para despertar a la ciudad, avisando del
ataque, pero a mitad de la canción, un arquero enemigo disparó una flecha acabando con el
trompetista.
Desde entonces, el solo de trompeta se interrumpe justo en el momento en que el trompetista
dejó de tocar en aquella noche.
Después de aquello vimos también la iglesia de San Francisco, cuyo convento por lo visto se
encargaba de cuidar a los ciegos e impedidos en la edad media y por éso aún todos los ciegos
de Cracovia (creyentes, supongo) van a esa iglesia.

Casi al final, visitamos el castillo y tomamos un café en una de las terrazas para guiris
situadas sobre la colina (previo examen de la maqueta correspondiente, claro!).

La última etapa de aquel día agotador fue la visita a la cueva del dragón, donde según la
leyenda moraba uno de estos fantásticos seres, que gustaba de alimentarse de las doncellas
de la ciudad (no son listos ni na los bichos estos :P), hasta que un zapatero lo envenenó
dándole a comer una oveja rellena de azufre, lo que le causó mucha sed y le hizo beber hasta
explotar (aprended de esto jugadores de rol! tanta lanza y tanta espada... y mira).
La verdad es que la cueva del dragón me pareció pequeña, un apartamento draconiano vamos,
debía ser de protección oficial.
 
El día lo terminamos con una cena brutal, cerveza y vodka. Glorioso!.
 
El domingo por la mañana nos levantamos muy pronto y me acompañaron a la estación de
autobuses, pues decidí ir a visitar el campo de concentración de Auschwitz, y Auschwitz 2
Birkenau.
A esta excursión decidí ir solo, sin mis amigos polacos, porque pensé que ellos ya la
habrían hecho en su momento y sabía que no iba a ser una visita precisamente alegre...

¡Ahí iba yo! Solo, con dos cojones y un palito... y 18 españoles que me encontré en el
autobús a Auxchwitz!
Por cierto, el pueblo cercano al campo de concentración, del que toma su nombre es Oświęcim. Fueron los alemanes, al germanizar el nombre, los que lo convirtieron en Auschwitz.
Según nos dijo el guía, Oświęcim  es el pueblo para ellos... Auschwitz es un cementerio. Es comprensible por tanto que a los polacos, no les guste que se haga referencia al pueblo por el nombre alemán.
La visita no fue agradable, por supuesto.
Con todo tengo que decir que el Campo de concentración tiene mucho de visual, en cuanto a
que mucho material del que te enseñan son fotografías, vitrinas llenas de zapatos de los
prisioneros, o dos toneladas de cabello humano que los alemanes recogían y reciclaban. Sin
embargo lo que son los edificios, resultan simples moles de ladrillo, desamparadas y
desnudas sí, pero nada más. Creo que cuando cogí el autobús pensaba encontrar un sitio muy
tétrico y sin embargo lo que me encontré fue un lugar muy triste.
El bloque destinado a los prisioneros conflictivos o especiales para las SS fue el paso más
duro, donde se obligaba a los prisioneros a acinarse en celdas donde sólo podían permanecer
de pie por la noche y luego eran obligados a trabajar durante el día, entre otras
barbaridades.

El paredón de la muerte, donde fusilaban a aquellos prisioneros suficientemente importantes
para gastarse una bala en ellos, estaba lleno de coronas de flores y velas en recuerdo de
las víctimas. Era un fin de semana especialmente significativo, supongo.

Otra cosa que recuerdo es que, durante la visita a Auschwitz, el viento no se detuvo en
ningún momento.

Birkenau era un sitio mucho más negro, los raíles del tren llegan hasta la zona de descarga
de prisioneros y los barracones, la gran mayoría de madera, tienen también una historia
negra. Los prisioneros llegaron a apiñarse en literas de tres alturas, hasta en cantidades
de cuatro personas por cama, 12 o 14 por litera. El apiñamiento los protegía del frío, pero
si contamos con que la disentería fue una de las grandes afecciones típicas entre los
prisioneros, la historia empeora.
 
No quiero extenderme mucho más en atrocidades y en cómo funcionaba la política del terror en
los campos. Hay información de sobra con sólo teclear los nombres de estos lugares de
muerte. Me quedo con dos palabras que dijo Víctor, uno de los españoles que iba conmigo
cuando empezamos a ver todo lo que allí se hizo: "qué mierda".
 
Junto a nosotros había grupos y grupos de visitantes, militares con camisetas blanca y la
estrella de David en rojo sobre ellas. Por lo que llegué a medio averiguar, la visita a
Auschwitz es obligada o algo así para los israelíes.  Varios de los españoles que venían
conmigo comentaron que los militares aprendían lo que les habían hecho a ellos, para
hacérselo luego a los palestinos. No puedo dejar de estar algo de acuerdo con esa triste
opinión, aunque me gustaría poder contradecirla.

Algo que debo recalcar, es que los nazis reciclaban todo. El cabello de los prisioneros se
utilizaba para la tela de los uniformes (en los puntos específicos más reforzados) y
rellenar almohadas o colchones, las cenizas de los cadáveres se utilizaron como abono e
incluso en Birkenau, aunque nunca llegó a ser construido en su totalidad, habían diseñado un
sistema de calefacción por gas metano obtenido a base de las eces de los prisioneros.
 
Todo ésto por no hablar de la manera de desposeer a los muertos de todo lo que tuviera
cualquier valor, ya fuera oro (dientes, anillos) o cualquier otra cosa.
Es muy triste pensar que mentes tan brillantes, que se adelantaron tanto a aquellos tiempos
en temas de reciclaje y aprovechamiento estuvieran tan enfermas como para cometer las
barbaridades que llevaron a cabo.

Volví a tiempo para ir a cenar con Kamilla y los demás de nuevo y mientras volvíamos a casa,
Cracovia despertaba a una noche de fin de semana.
 
El día 1 nos levantamos pronto para ir a visitar el cementerio.
Aquí en Polonia, el día 1 de noviembre no es tanto un día triste, sino un día para
reencontrarse con los antepasados, recordarlos juntos y honrarlos.
El sol lucía en el cielo y me daba la sensación de pasear por un jardín abarrotado de gente
en vez de por un cementerio. Había señoras mayores, niños con sus padres... familias
enteras.
Los polacos dejan velas sobre las tumbas de sus familiares, además de flores. Son unas velas
metidas en un tarro, con una caperuza que permite pasar el oxígeno pero no el viento, de
modo que la vela luce y no se apaga.
Jazek me dijo que las velas las dejaban porque simbolizan la luz de Cristo, que guía e
ilumina a las almas.
Yo los acompañé, y ya de paso y para mí, honré en silencio a mis propios muertos. Hay quien
piensa que es triste que tenga que haber un día para acordarse de ellos. Yo estoy de acuerdo
con éso, es triste que haya un día para acordarnos de quienes nos dejaron si el resto del
año te olvidas de ellos. Mas si los recuerdas a menudo y con cariño, resulta que ese día no
es tanto para acordarte de ellos tú solo, sino para acordarte junto con toda tu familia y,
de algún modo, los que se fueron unen a los que aún estamos aquí.
 
Terminada la visita al cementerio me despedí de ellos, les di mil veces las gracias por
todo, ¡qué maja es esta gente joer! y me monté en el tren de vuelta a Varsovia.
 
En el tren venían Iratxe y Alex, otros dos becarios de la Oficina que ya he mencionado en
alguna entrada anterior. Habían estado en Zakopane (a saber cómo lo escribo) y habían tenido
un viaje accidentado porque se confundieron de tren a la ida.
 
Una vez llegados a Varsovia decidimos ir ... ¡a ver un cementerio! vaya día.
Visitamos uno de los cementerios de Varsovia, esta vez a la caída de la noche, cuando todo
está oscuro y las tumbas se iluminan y destacan con las velas que los familiares han dejado
para ellos.
 
Krystyna, la analista de la Oficina nos contó que en su vida hay dos imágenes que la
impresionaron desde un avión. Una fue la torre Eiffel de París, iluminada un día que llegó
de noche a la capital francesa. La otra fue un día que dejó Varsovia en la noche de un día 1
de noviembre.
Según nos contaba, en la noche, los cementerios de Varsovia se veían iluminados como por una
gran llama, por las velas dejadas por los familiares. Realmente debió ser espectacular.
 
Fue un fin de semana algo tétrico, mirando hacia atrás, campos de concentración y
cementerios... pero también sirvió para ver dos caras de la muerte. La peor y la mejor.
 
El próximo viaje lo he programado a Berlín. De algún modo, necesito ver y rodearme de alemanes normales.
No quiero que el recuerdo de todo lo que me contaron que unos bárbaros hicieron hace tanto
tiempo, pese sobre quienes no tienen nada que ver.
 
¡Otro día debo regresar a Cracovia para verla mejor de noche, que con tanto levantarme
temprano me perdí esa parte y creo que es algo esencial!

lunes, 8 de noviembre de 2010

VARSOVIA MÁGICA

Llevo algunos días pensando cómo definir Varsovia.
El comentario más extendido es que es una ciudad más bien fea, en cuanto a edificios.
Por otro lado, fotos de Varsovia pueden encontrarse en cualquier web... y finalmente pensé
que lo mejor es que veáis Varsovia como la veo yo.
Lo cierto es que Varsovia, por lo que yo llevo visto, es una ciudad de calles anchas
y grandes avenidas y aceras, por las que el viento corre irrefrenable por momentos.
Las entradas a los edificios se abren como pasajes que van a dar a patios y jardines
interiores, de modo que nunca sabes qué te encontrarás, porque tan pronto puede ser una
tranquila plaza con portales o una placita en la que hayan abierto un montón de bares que
desde fuera obviamente no se ven.
Ésto es una de las cosas que más me gustan de Varsovia. Para conocerla hay que patearla. Hay
que andar, probar, callejear y perderse. Hace un par de semanas tuvimos que saltar por
encima de una jardinera para entrar a uno de los bares más curiosos que he visto, bar que
por cierto no estaba anunciado en ningún sitio. Era como entrar en una casa normal donde de
repente está todo lleno de gente y hay música!
Al mismo tiempo combina ese aire de ciudad atestada y activa con algunos momentos de calma
tremendos. El otro día llegué a mi casa ya en noche cerrada desde el trabajo. Llovía.
Me paré para sacar las llaves del bolsillo y de repente me quedé como un imbécil parado con
las llaves en la mano, escuchando.
El portal de mi casa está en uno de estos pequeños patios interiores que mencionaba antes, de modo que el ruido de los coches quedaba amortiguado y sólo se oía la lluvia caer sobre las hojas del jardín, la acera, los canalones del tejado y ese sonido se mezclaba con el olor a tierra mojada... fue un momento de paz, de algún modo.
Nunca me ha gustado mucho levantarme temprano, siempre voy medio dormido al salir de casa, pero aquí, siempre que abro la puerta del portal y el viento frío me da en la cara, sonrío.
No sé por qué, pero siempre que salgo al jardín, lleno de pájaros y vida siento que una nueva aventura está por empezar cada día. Y es un buen principio.
Cuando llegué aquí me leí el libro de "El Pianista del Gueto de Varsovia", en busca de
curiosidades y de una mejor comprensión de lo que había sido y es Varsovia. Se me quedó
grabado un comentario que hace el pianista, algo así como: "Varsovia era una ciudad tan
elegante...". Y de algún modo aún me lo parece. A la hora de salir del trabajo después de
caer el sol (que aquí anda ya poniéndose sobre las cinco si no calculo mal), las calles se
llenan de gente muy bien vestida que vuelve a su casa o se mete en los distintos
restaurantes y clubs. El aire se llena entonces de sutil perfume de mujer y allá donde vayas
puedes oír el paso de los zapatos de tacón.
Yo vivo cerca del centro turístico y financiero de la ciudad. Por supuesto esta escena no
puede presumirse en toda Varsovia, pero la gente que vuelve a casa tal como cuento llena
tranvías y autobuses, o se lanza a unos estupendos atascos que a diario se montan en la
plaza del Palacio de la Cultura.
Es una ciudad también muy interesante en cuanto a culturas, pues hay muchos restaurantes
japoneses (lo que me asombró) y de todo tipo: indios, vietnamitas, puestos de kebabs,
italianos, mexicanos, polacos (por supuesto)y algún español, por el que aún no hemos pasado.
Así mismo, la oferta musical parece abrumadora. conciertos de blues, jazz, ópera, música
clásica, festivales...
A veces tengo que pararme un momento y tranquilizarme, porque me apetece ir a todos lados al
mismo tiempo!
La lluvia empezó la semana pasada. No es que llueva todo el día, de todos modos. Ya sé por qué los polacos no tienen piscinas descubiertas... les sobra con los charcos que se organizan en los pasos de peatones! ¡la virgen!
Seguro que cuando venga la nieve la cosa cambia y la ciudad enseña una nueva cara. Esperemos ser capaces de disfrutarla tanto o más que la actual. Por lo menos ya he localizado cerca de mi casa una chocolatería famosa donde meterme al cuerpo un buen chocolate calentito, llegada la ocasión.
En cualquier caso, lo mejor de Varsovia es, sin lugar a dudas, la gente.
 
Suficiente parrafada por hoy!!
Un abrazo a todos!

jueves, 4 de noviembre de 2010

EL COMIENZO DE TODO

"El Camino sigue y sigue desde la puerta.
El Camino ha ido muy lejos, y si es posible he de seguirlo
recorriéndolo con pie decidido hasta llegar a un camino más ancho donde se encuentran senderos y cursos.
¿Y de ahí adónde iré? No podría decirlo."

Dicen que todo se parece a su dueño. Por éso en cierta forma no es extraño que este blog, como quien lo escribe, tenga cierta... tendencia a la impuntualidad.
Fue hace un mes cuando aterricé en Varsovia, mi destino por un año.
Desde entonces han pasado muchas cosas que tendría que escribir en un blog decente. Por éso puede que esta entrada resulte algo larga, aunque sólo trataré de quitar las telarañas, airear el lugar y convertirlo en un pequeño hogar.

Vivo en un pequeño apartamento (pero muy cuco él) a unos minutos andando del Palacio de la Cultura, uno de los monumentos más significativos de Varsovia, aunque en un principio los polacos pensaran demolerlo por haber sido un "regalo" de los rusos, que simbolizaba su dominio sobre Polonia.
Finalmente se dieron cuenta de que el Palacio de la Cultura había adquirido ya un carácter de símbolo para Varsovia y no lo destruyeron.
Justo en mi calle hay varios clubs y discotecas, clubs de jazz... y un club de striptease? Esperemos no confundirnos al contar los portales, si algún día me decido a ir al club de Jazz, que está justo al lado.
Hablando de estar al lado, junto a mi casa está el Ministerio de finanzas polaco (si no me fallan las cuentas) y cuando digo al lado (que ya lo he dicho varias veces) es en el más puro sentido de la palabra.
Ya me ha pasado un par de veces equivocarme al contar los portales y meterme en el garaje del Ministerio, lo que ha producido varios gritos de ciudadanos alarmados que a la voz de "Nie, nie!" me convencieron de que definitivamente aquella no era mi casa. (Éso y la barrera del parking, que a veces uno decide probar de todas maneras :P)

Primer día de curro, "¡Al atakerl! ahora que ya me sé la ruta, conozco el número del autobús y hasta sé decirlo en polaco... ¿Qué puede fallar?".
Por supuesto fue llegar a la parada y nadie hablaba inglés, pero éso no era importante, yo sabía mi número. Pasa un autobús y preguntando me dicen 171... "bien, no es el mío -me digo tranquilizándome- yo tengo que coger el 151".
En ésto que pasa otro autobús...
"Perdone! ¿Este es el 151?" (Por supuesto en inglés-polsku chapucero)... y en vez de decirme sí o no, alguien me dice un número... que empieza por 100 y acaba por 1! "¡Eureca! Es el mío sin duda, porque el 171 acaba de pasar, no van a venir dos tan seguidos!"
Total, de cabeza al autobús, con todo el equipo. Cuando llevaba un par de minutos me entró la neura que siempre tengo de "¿Estás seguro?" y apañándome con mi ruso aprendido en el master (¿Quién dijo que no era útil?) consigo encontrar a una chica muy maja que habla inglés... y que me confirma que este no es el 151, sino el 171... "Maldición!"
Con la esperanza de que hasta el punto en que nos encontrábamos los dos autobuses hicieran un recorrido similar, me arrojé     del 171 en la primera parada que pillé y allí encontré a un hombre muy majo que hablaba inglés y que me ayudó a subir.
No recuerdo cómo llegué a mi parada exactamente, porque tiene un nombre impronunciable que tardé tres días en aprenderme, pero de algún modo llegué, salté del bus en el puente donde tenemos nuestra parada y corrí escaleras abajo hasta la oficina.

A la segunda semana resultó que el autobús que yo cogía para ir y venir de la oficina sólo servía porque estaba desviado a causa de unas obras. Una vez acabadas las mismas, el autobús sigue yendo a la parada de la oficina, pero al volver ya no pasa por ella... ¡sorpresa! tocaba aprenderse itinerario nuevo, con cambio de autobús incluido... y muchos más números que aprenderse porque los autobuses que pasan por el nuevo recorrido son tropecientos! Lots of fun!
 
Tercera semana...:
"Corre, corre, que llegamos tarde!" Pensaba, mientras corría por el piso, me lanzaba al ascensor y descendía los 4 pisos que me separan del suelo con impaciencia...
Abro la puerta, salgo al portal, cargo contra la puerta de la calle causando el pánico entre las palomas del lugar y salgo disparado por el pasaje que conecta el patio interior con la calle.... "CLONGGGGG".
¡Sorpresa muchacho! ¿Qué te creías, que en Polonia no había andamios? Pues te acaban de plantar uno en la puerta de casa.
Confusión entre los obreros, que me explican algo brevemente y ante el "nie muvie po polsku" ("no hablo polaco" escrito a lo cutre) optan por echarme un cable y ayudarme a pasar el andamio.

Hace tres días me metí en una papelería cuando iba en busca de una tarta... ni que decir tiene que la situación tuvo su coña.

Estas son pequeñas cosas que le pasan a uno en una ciudad nueva, cuando sólo puede ir a aquellos sitios que se sabe de memoria sin preguntar a nadie. Y claro preguntar es muy divertido si no sabes polaco! Y si ya sabes algo de polaco... también! Hace dos días paro a un hombre en la calle y el pobre me dice "sorry, I don't speak Polish!" "Albricias! hemos topado con otro guiri!".

También me he encontrado gente que habla español en distintos grados. De hecho aparentemente tengo una escuela de español cerca de mi casa, pero no me he encontrado ni con los alumnos ni los profesores. No importa, en un año fijo que entro por equivocación en ella.
 
Voy a cerrar aquí, que ya he contado demasiado y en montón, espero que las próximas entradas sean más organizadas, porque he roto todas las normas que nos dieron en taller de escritura, continuidad de los tiempos verbales y estructura incluidos.
Éso sí, antes de acabar hay que dar las gracias a Iratxe (becaria del País Vasco) que nos recibió y a Carlos y Alex, los otros dos enviados del IC3x, que me han acompañado cada vez que ha sido necesario y han estado siempre para echar un cable!
Ya con alguna aventura conjunta a la espalda de la que daré más detalles en próximas entradas, aún nos queda recorrido por hacer.
Un abrazo mutxatxos!