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martes, 29 de noviembre de 2011

CARTA AL DIARIO "EL PAÍS" (TRAS UN AÑO DE SILENCIO)

"AVISO A NAVEGANTES: ESTE NO ES UN POST DE AVENTURAS" :P
¡¡¡Hola a todos!!!!
Siendo "El Bardo Perdido" ¿Qué menos que estar perdido por casi un año?
La verdad es que llevo ya un año en Varsovia, y he vuelto hace nada... ¡para otro año más! Yipi!
Os debo un montón de entradas, todas largas (temblad, temblad), aunque eso hace que, en realidad la pereza me pueda y nunca me ponga a escribirlas.
Hoy he decidido poner algo que está fuera del tema de los viajes. un offtopic, supongo... A raíz de un artículo que he visto hoy en El País y que no me ha gustado nada.
Les he escrito una carta, que podéis encontrar a continuación, así como el link al artículo mencionado.
Supongo que puedo calificar este post como "reflexión" y por tanto, todos los comentarios son bienvenidos, porque entiendo que puede no gustar a todo el mundo.
Lo más importante, es que nadie se dé por ofendido.
Un abrazo y espero leeros a todos a menudo!!!
Lo primero, el artículo que empezó el incendio:
http://www.elpais.com/solotexto/articulo.html?xref=20111129elpepisoc_1&type=Tes

Y ahora la carta:
"Estimada Sra.:
Me he decidido a escribirle, a la vista de un artículo publicado en El País, el día 29 de Noviembre de 2011, bajo el título “Las discapacitadas salen de su encierro” y firmado por Dña. Carmen Morán.
Debo señalar que el artículo me resulta, como poco desafortunado en su estilo y podría llegar a catalogarlo de ofensivo. De lo que no me cabe duda es de que resulta, periodísticamente irresponsable.
Puedo empezar citándole la frase: "Una silla de ruedas sigue concentrando las miradas. O unas muletas con dos piernas rígidas balanceándose a cada salto." que presentan ya a un discapacitado como un muñeco grotesco y roto, frente al concepto de mujer discapacitada (luchadora, heróica y totalmente respetable), que se presentará a continuación.
El artículo confronta, en el mismo párrafo, a las mujeres discapacitadas y los hombres con discapacidad. Cuando ellas acceden a la vida pública, los varones llevan ya dos pasos adelantados.
Es lastimoso que esta afirmación se realice justo antes de una mucho más importante, que es: "Se trata, pues, de recuperar el rol femenino por completo, negado por la sociedad, cegado a veces con bisturí", donde realmente se presenta el gran reto: que estas mujeres dejen de ser consideradas Personas discapacitadas, dignas de conmiseración, para pasar a ser tenidas en cuenta por lo que deben ser: mujeres, completas y en plena posesión de sus facultades y sus derechos, entre los cuales debería estar llevar una vida digna.
No obstante, inmediatamente a continuación se vuelve a reseñar la lucha en contra de los varones.
Debo indicar que, por supuesto, estoy totalmente a favor de la adaptación de material sanitario, tiflotécnico y de la representación igualitaria en los puestos políticos, sindicales y en las organizaciones de discapacitados.
Creo así mismo innecesario entrar en el tema del maltrato, abominable en cualquiera de sus formas, no contra una mujer discapacitada en el que se presenta un caso especial de indefensión, sino contra cualquier persona.
Sorprendente resulta el comentario de que la adaptación de los medios de transporte se realiza de un modo machista, porque se adaptan primero los aviones, en los que, principalmente viajan hombres. ¿Nos hemos vuelto locos o qué?
Resulta obvio que la inmensa mayoría de discapacitados no tienen un transporte privado. Por tanto, incluso para ir a un aeropuerto, se utilizan transportes públicos: metro, autobuses, taxis, etc. Básicamente como cualquier persona "normal". Entonces ¿a qué obedece decir que adaptar los autobuses en primer lugar sería actuar en clave de género?
Es decir, ya no sólo criticamos el hecho de que los autobuses no se adapten. Es que además nos quejaremos porque se adapten los aviones y ya para rematar, culpamos de ello a que "los hombres los usan más y por éso se empieza por ahí". Y por si ésto no fuera ya suficiente, protestamos también porque "Así pasa, también, que cuando se diseña un reloj para ciegos que vibra, que canta y al que solo le falta bailar, resulta que no hay más que modelos masculinos y que son carísimos, así que, serán los ciegos y no las ciegas, los clientes más probables.". ¿Cuál es el problema aquí? Quizá que el reloj vibra, canta y podría hasta bailar, o que sólo hay modelos masculinos, o que son caros, o las tres cosas a la vez.
Si tienen muchas funciones, sólo son masculinos y son caros, son caros para los hombres. ¿Por qué se quejan de ello las mujeres? Y por supuesto la reacción no es escribir a las casas relojeras desde la asociación, pidiendo relojes en modelos femeninos o más simplificados para abaratarlos, sino culpar al género opuesto.
¿Cómo puede ser, que asociaciones que, obviamente llevan a cabo acciones tan positivas para el colectivo de las mujeres discapacitadas, se den a conocer en público defendiendo estos criterios absurdos y destructivos? ¿No ha escuchado esta gente jamás el refrán de "mal de muchos, consuelo de tontos"?
Pero lo que me parece ya el colmo es que se afirme en el artículo que a las mujeres discapacitadas se les niega el rol sexual y materno. No sólo éso, sino que además se hace de nuevo referencia a los hombres, y se intenta plantear una discriminación con los varones discapacitados, afirmando que "a ellos se les llevaba al prostíbulo", lo que aparentemente es una gran solución y una ventaja. ¿alguien se plantea qué deficiencias afectivas han podido tener estos hombres, sin entrar en términos de enfermedades de transmisión sexual?
Y en el mismo párrafo se indica que "A los hombres con discapacidad, la familia trataba de buscarles una novia, aunque fuera un poco bobita, para poder formar una familia".
Supongo que se considera que esta es una gran solución proactiva, teniendo en cuenta que luego se afirma que a la mujer con discapacidad se la encierra en casa por temor a que tenga un hijo. ¿Están ustedes llamando "bobitas" a las parejas de los hombres con discapacidad o es que desean un "novio un poco bobito" para estas mujeres?
Lo que es más, entiendan, de una vez, que en esas familias que buscaban novias a sus hijos, al igual que en las que no lo hacían para sus hijas, había y hay mujeres. El problema no es un problema de género, sino una tara social, por la cual los discapacitados son considerados como incapacitados o medias personas.
Si siguiéramos esta línea, podríamos afirmar también que a las mujeres obesas o feas, se les da un trato distinto que a los hombres obesos o feos.
Otra cosa que hay que señalar es que, biológicamente y mal que nos pese a todos, un hijo no deseado no afecta igual al padre y a la madre. Por tanto, es perfectamente comprensible que hubiera una preocupación mayor porque una chica discapacitada se quedara embarazada a que un varón pudiera engendrar un hijo no deseado. Simplemente el proceso del embarazo y el parto, sin tener en cuenta el cuidado posterior del niño, ya suponen un trance, biológicamente hablando, para cualquier madre.
A quienes quieran deliberadamente entenderme mal, les aclaro que, según mi opinión, el encierro es algo siempre inadmisible, con discapacidad o sin ella, aunque por supuesto ha de tenerse en cuenta la indefensión en el caso de una persona discapacitada (y digo persona, porque se produce igual independientemente de si el retenido es hombre o mujer).
Cuando se estudia el tema de la esterilización voluntaria, se hace referencia a un caso de médicos que no quisieron practicar esa operación. Debe indicarse de nuevo que un discapacitado no requiere en principio de tutela y que debe diferenciarse de nuevo entre discapacidad e incapacidad.
Especialmente flagrante me resulta leer el caso de Concepción, en que Dña. Carmen Morán se despacha así de agusto: "El desparpajo con el que Concepción habla de su vida al lado de su marido, "educado con caprichos y sin saber hacer nada de la casa", de cómo afronta la educación de su hijo, "con las mismas incertidumbres de cualquier madre", despejan todas las dudas que cualquier médico pudiera tener sobre su maternidad". Es decir, una vez más, se refuerza el valor y el gran espíritu de una madre, denostando a su marido, poniéndolo de caprichoso e inútil (domésticamente hablando). Él se hizo una vasectomía, renunciando a tener hijos con cualquier otra mujer por estar con su compañera y sin embargo esto es un mero trámite. Seguramente, quienes compusieron este artículo, consideran que este buen hombre, podría haberse dedicado a visitar prostíbulos si no fuera porque ello habría acarreado la insatisfacción sexual de su pareja.
Lo que es más, yo me pregunto ¿En cuántos casos se dará la tutela de los hijos a un padre que la pidiera, siendo discapacitado? ¿Creen ustedes que el porcentaje sería mayor o menor que si lo hiciera una madre discapacitada? ¿Este sería un problema de género o de discapacidad?
A la hora de los trámites de adopción ¿no resulta evidente que un asistente social pueda tener dudas a la hora de dar a un niño a alguien con una discapacidad?
No se engañen, hasta a la hora de dar un empleo, los discapacitados passamos (y digo pasamos, porque yo lo soy) por un proceso de selección especialmente cauteloso, donde se pone a prueba si nosotros seremos igual de capaces que una persona "normal". Si esto ocurre con un empleo ¿no es normal que ocurra a la hora de darle a alguien la responsabilidad de tener una vida humana en sus manos? El hecho de que los expertos pregunten diezmil veces no debería constituir una humillación para nadie, sino una demostración de prudencia por parte de esos expertos, cuya valoración final, por supuesto, es humana y, por tanto, sujeta a posibles equivocaciones.
El artículo plantea todo el tema en una perspectiva completamente errónea y peligrosa, por cuanto supone la responsabilización de la situación de un colectivo (las mujeres discapacitadas) en función de otro gran problema social (las diferencias entre hombres y mujeres y la falta de igualdad).
Dénse cuenta de una vez: Estas mujeres no podrán ser reconocidas como mujeres, madres, ni serán independientes hasta que la sociedad las considere, en primer lugar, personas completas. Y este problema, no lo tienen sólo ellas. los hombres con discapacidad también lo enfrentan y ese problema, no se resolverá con una confrontación por sexos, sino en un trabajo y esfuerzo conjunto.
Por todo lo anteriormente expuesto, debo expresarle mi queja y mi desagrado por la forma en que se ha tratado este tema.
Atentamente,

B.P"