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jueves, 30 de diciembre de 2010

AÑO DE NIEVES...

Cuando abres la puerta de la calle a principios de diciembre y descubres que toda la noche ha estado nevando, que todo está cubierto de un manto blando y esponjoso, no cabe más que pararse un segundo y deleitarse con ello. Cuando empiezas a caminar y tus pasos casi ni se oyen y cada uno constituye un nuevo juego de equilibrio, no cabe sino sonreír y avanzar...
Y así llega poco a poco el invierno real a Varsovia.

Digo poco a poco pero no es completamente cierto, tras un par de tentativas de nevada, el invierno llegó de repente el mismo día del Barça-Madrid, con una nevada tan enorme que colapsó toda Varsovia ¿Cómo puede ser que aún les pille por sorpresa? Pues pasa.
Por supuesto tras un día entero nevando, los españoles nos juntamos en diferentes sitios para ver el gran "Clásico"... en concreto Alex, Carlos y yo nos fuimos a casa de Guille, becario del Excal que vive al lado del casco antiguo de la ciudad.

Camino a su casa quedó de relieve lo novatos que éramos cuando al intentar atravesar una plaza, decidimos "atrochar" (valga la expresión) por el centro, en vez de recorrer el camino que todos los polacos usaban para rodearla.
Resultado: mientras todos los polacos pasaban con facilidad por un camino ya hecho, los españoles acabamos metidos hasta la rodilla en nieve virgen, maldiciendo y farfullando... ¡Bienvenidos a Caradhras, chicos!

Maravillado paseaba yo por Varsovia el primer día de nieve, tan feliz con mi gorro camino del trabajo. Crucé una calle, dos, y me preparé para atravesar Marszalkowska, que ya generalmente es una aventura porque mucha gente lo hace al mismo tiempo, subiendo y bajando del tranvía, pero hoy era aún mejor, porque había nieve.
 
Pisé la acera opuesta y apenas tuve tiempo de autofelicitarme interiormente: "qué grande eres tío!... eh, un segundo, suena un motor, es uno de esos tractorcillos que quita la nieve de la calle para dejar la acera limpia... una niveladora. Atención..." y me detuve un segundo para escuchar...
"Viene de la derecha, pero no está cerca", me dije mientras me encaminaba al autobús, esforzándome por escuchar a través de la tela del gorro. Reboté un par de veces con montones de nieve que había dejado la máquina y mientras buscaba mi camino, tuve esa extraña sensación que a veces se tiene de que algo se te viene encima... "¿Donde demonios está la niveladora esta? No hay quien la localic... eh! no será eso que viene... no me jod.."
Un topetazo y un "¡CLONC!" fueron la mejor de las respuestas...
"Bravo Alex! primer día de nieve y te atropella la niveladora! esto sí que es llegar y besar el santo" Me dije, sin poder contener una sonrisa  bajo la bufanda (y tras apartarme y empezar a buscar un camino libre en un enorme montón de nieve).

Pero mi incidente no había pasado desapercibido y a mi alrededor se lió una acalorada discusión que, gracias a mi polaco avanzado puedo traducir fidedignamente como:
A: A la izquierda, izquierda! Te dije a la izquierda, pedazo de #~·%$&!
B (Conductor): ¿Qué izquierda? ¿La suya o la mía?
C (Señora): ¡La otra izquierda!
B: ¡Ah! ¡haber empezado por ahí!

Mientras tanto yo preferí poner tierra y nieve de por medio y me dirigía ya a la parada del autobús aprovechando la confusión durante la cual, la niveladora se mantenía quieta.
 
Por supuesto cuando llegué a la zona del trabajo, donde hay que seguir un camino entre jardines, no había ni camino, ni jardines, todo era nieve y me las tuve que apañar con el bastón a modo de buscador de agua, para ver si debajo de aquello había tierra o asfalto.

Durante el último mes, me he perdido ya varias veces yendo al trabajo, alguna al salir por ahí o al ir de conciertos... he cruzado calles principales sin darme cuenta, he tropezado con vías ocultas bajo la nieve, etc, etc... Pero como me dijo Magda hace tiempo "Esto es lo que te gusta de Varsovia como decías en tu blog ¿no? ¿perderte para disfrutarla?" y qué razón tenía!! Además me da la oportunidad de preguntar... y usar mi polaco.

Ésto me confirma el dicho famoso de que uno es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios... :-D así que a lo hecho pecho!
 
La experiencia de ir con el gorro puesto sobre la nieve recién caída es algo que no puedo dejar de señalar. Cuando uno no ve, lleva las orejas tapadas y no oye ni sus propios pasos, no hay nada que tocar porque todas las referencias del suelo están cubiertas y no hay nada que oler porque la nariz se ha quedado hecha un carambanillo, sólo queda echarle ganas, afinar los sentidos y rezarle al instinto y  la intuición... ¡Voy a acabar este año hecho un Ninja!
 
Una vez más me ha salido una entrada enorme... es culpa del retraso con que publico y me he dejado mucho en el tintero.
En cualquier caso, cuando pensé en esta entrada siempre quise dedicársela a Vir. Aunque hay veces en que todos tus sentidos te indican que no hay salida, ésta siempre existe... y es la voluntad de continuar la que mágicamente puede hacerla aparecer. Hay gente con mucha magia y Vir es una de esas personas. Me alegro de poder seguir sus aventuras de nuevo.
 
¡Nos vemos en los bares chicos! (que en la calle nos prohíben beber)

P.D.: Al principio el frío nos encantaba, tenemos la ligera sospecha de que seguiremos una evolución parecida a esta ¡me acuerdo de ti Obradó!:

http://www.youtube.com/watch?v=hVkdYqhrPRw

miércoles, 1 de diciembre de 2010

¡Berlín!

ESTACIÓN CENTRAL DE BERLÍN
11 de Noviembre de 2010...
 
Jueves por la tarde...
 
Más o menos a la hora del té :-P
 
Allí estaba yo, tras 6 horas de tren, listo para concer Berlín en un fin de semana largo que
nos proporcionó la fiesta nacional del levantamiento de Varsovia contra los rusos.
Maleta en mano y medio sopa salté del tren y el aire frío me despejó de golpe.
Así empezó un fin de semana que tengo que resumir en pocas líneas.
 
Una vez me hube reunido con Adrian y Ugne que vinieron a buscarme a la estación, fuimos a
comer algo típicamente alemán que Adrian pronunciaba... "duuna"... y que describieron como
una especie de sandwich con carne, salsa y muy típico de Berlín.
Allá iba yo muy emocionado, cuando por fin vino la comida... y me encontré delante de un
Kebab! ¿No saben pronunciar donner como dios manda o qué? :P
 
Tras esta primera toma de contacto, nos fuimos a visitar la puerta de Brandemburgo y el
monumento al Holocausto, una especie de laberinto hecho con bloques de piedra rectangulares.
Algunos me dijeron que quien lo diseñó deseaba que el público experimentara la sensación de
desorientación que sufrieron los judíos en su momento, la confusión de no saber dónde se
está o dónde se debe ir. Ugne aventuró que los bloques rectangulares representan las lápidas
de los judíos que perdieron la vida en aquella barbarie.
Sea como fuere, después de ésto y visto que la oscuridad se enseñoreaba de Berlín (y que
hacía un tiempo de perros) nos fuimos a tomar una cena a un restaurante croata (más
germano-turcos no, gracias!) y luego a dejar todo al apartamento de Adrian, en Berlín oeste.
 
A la mañana siguiente nos levantamos pronto y dimos un buen paseo por Berlín, recorriéndolo
hasta los suburbios orientales, donde vive Ugne.
Tiempo lluvioso y viento, es lo que más recuerdo de Berlín. La gente me pareció agradable,
pero no tanto como en Polonia, he de señalar.
Acompañé a Ugne a una clase de baile y la mañana pasó volando!
A mediodía aprovechamos para ir a comer algo típico berlinés... que resultó ser salchicha,
por supuesto, con patatas, ensalada y curry... sí, no me miréis así, que por lo visto lo han
convertido en plato típico. :-P
Por la noche salimos y por fin nos dimos a la cerveza como Dios manda! ¡Bien! Encontramos un
pub con música en directo, comida rica y una camarera genial que nos aconsejó
estupendamente...! y así volvimos a casa a no sé qué hora con gran regocijo...
(Por cierto si alguna vez tenéis que ir al baño en la calle... no lo hagáis donde crecen las
ortigas! :-O GRRR)
 
El sábado nos levantamos pronto y nos fuimos al centro. Ugne y Adrian tenían unas reuniones
en el Congreso de Berlín (ojo que he estado allí!) y yo me fui con Frida, otra chica que
había estado en Perú el año anterior y hablaba un español muy divertido a seguir visitando
Berlín.
Lo pasé muy bien, estuvimos viendo distintas zonas de la ciudad, sus canales, puentes (con
algunos personajes dignos de hmm ¿admiración) y fuimos a visitar el museo de los judíos...
que justo ese día estaba cerrado.
A riesgo de parecer cruel tengo que decir que me parecía super gracioso ver a Frida, toda
una alemana de 1,81 de estatura, hablar como los peruanos, que suelen ser chiquitines.

Hubo que comer a la carrera porque a primera hora de la tarde íbamos a posar en un reportaje
fotográfico! (Qué os voy a decir chicos, el que vale, vale :P)
Yo sobretodo estoy encantado por salir en las fotos con Ugne! :-P
 
Y ya a media tarde fuimos a ver el museo histórico de Berlín, muy interesante, porque es un
sitio donde se ha reproducido el Berlín de los años 40, tal como era en los mapas, pero
también tal como eran sus casas.
La experiencia no es sólo visual, hay objetos replicados que pueden tocarse e incluso se han
esmerado en generar olores, sonidos y distintas temperaturas para cada habitación, que
representa una parte de aquel Berlín.
En conjunto es todo un paseo en cinco sentidos por lo que debió ser la ciudad.
 
... Y luego hicimos una visita a uno de los dos bunkers antinucleares que se diseñaron en
Berlín para el caso de un ataque con bomba atómica!
Indescriptible la claustrofobia del sitio, donde sólo caben 3.000 personas (para todo Berlín
Oeste) y que deberían permanecer allí dos semanas, en total acinamiento, con suministro
racionadísimo de agua, tanto potable como no potable, un calor sofocante generado por sus
propios cuerpos ya que la ventilación es más que escasa... Pasillos y pasillos de piedra
gris, con bloques numerados, y varias capas de filtros para cualquier cosa que viniera del
exterior, incluidas personas.
 
Le tengo que dar las gracias a Emma, una chica sueca que me acompañó durante la visita al
bunker, porque mis amigos que eran todos alemanes se unieron al grupo guiado en alemán y yo
fui el único que se fue con los anglófonos. Ella nunca leerá mi agradecimiento, pero al
menos que a mí no se me olvide.

Después del tour, nos reunimos de nuevo muchos se despidieron (entre ellos Adrian) y
nosotros volvimos a casa de Ugne para cenar e irnos de copitxuelas.
No me preguntéis cómo pero, en medio de los barrios orientales de Berlín, donde se han
instalado sobre todo los inmigrantes rusos y ucranianos, acabamos tomando mojitos en un
sitio llamado Habana.
 
La noche era aún casi joven cuando volvimos a casa de Ugne para tomarnos la antepenúltima y
hacia las 6 de la mañana volvimos a la estación central donde yo tenía que coger mi tren de
vuelta a Varsovia!
 
Apenas me dio tiempo de entrar en el vagón, saludar... y quedarme dormido.
 
¡Ha quedado muchísimo por ver en Berlín pero sé que volveré!
Un abrazo a todos!!

P.D.: a ver si algún día me pongo a subir las fotos.