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lunes, 23 de septiembre de 2013

Chopin, más grande que el Sol

Han pasado ya años, unos nueve aproximadamente, desde que pisé el parque Lazienki de Varsovia por última vez... cuando aterrizamos en Polonia en el verano del 2004 Para una corta estancia que ninguno de nosotros olvidaría y que, quiero creer, constituyó un inicio en el viaje que, a lo largo de los años me ha traído a vivir estos tres últimos en La capital polaca. Ya entonces me contaron que, los domingos estivales, se organizaban conciertos de piano a las doce del mediodía y a las cuatro de la tarde ante el monumento a Chopin, para que la gente pudiera escuchar sus obras. Nueve años después, tuve la oportunidad y el placer de asistir a uno de ellos.
Domingo, 8 de septiembre de 2013:
Las previsiones meteorológicas anunciaban lluvia, pero fue muy de agradecer que, como a menudo, no acertaran y un tibio sol de finales de verano se asomó para disfrutar con nosotros del concierto. Ante el monumento a Chopin, los bancos abarrotados de gente (menos mal que llegamos con tiempo para encontrar sitio), se realizaron los anuncios pertinentes. Aquel día, tocaba ante nosotros Michal Drewnoski, hijo del famoso pianista polaco Marek Drewnoski, profesor en la academia de música de Lódz, etc, etc... Aplaudimos todos... y se desató el concierto.
La primera pieza me resultó introductoria, la habilidad del pianista era innegable y fueron aquellos momentos en los que uno busca acomodarse en su sitio y sumirse en la música que empieza a rodearle... pero fue la segunda, uno de los nocturnos de Chopin, la que realizó el hechizo. Quizá fuera la mezcla de cosas, la brisa suave que corría entre los bancos, el olor a verde, el silencio contenido de la gente que escuchaba... pero por un momento, el ruido de las calles cercanas se apagó por completo, el sol, sin dejar de estar presente, desapareció. Dejó de sentirse. La propia oscuridad de la música, las notas nocturnas y umbrías, llovieron y cubrieron todo el lugar con el sabor y el color de la noche...
(Podéis escuchar uno de los nocturnos aquí, si no os hacéis la idea):
http://www.youtube.com/watch?v=MPvS0g2papI
Y así como llegó, pasó. Terminó el nocturno, volvió el sol, la música volvió a hacerse más luminosa en las siguientes piezas y cuando nos levantamos de los bancos, volvía a ser un domingo de septiembre a la hora de la siesta.
Dejamos el parque sobre las 17:00, entre aromas de gofres y dulces tentaciones varias, y cerramos una genial jornada de domingo en un Pizza Hut con las cervezuelas de rigor... Y volvimos el domingo siguiente!
Esta vez para celebrar el cumpleaños de Ugne. De nuevo se auguraba lluvia, pero Chopin se impuso y el tiempo perdonó. Vuelta a los bancos llenos de Park Lazienki, incluida una señora extraña que se sentó al lado de Wojtek y ya les había mandado callar diez minutos antes de que el concierto empezara... Esta vez no hubo nocturnos mágicos, pero yo estaba preparado y grabé unos cuantos fragmentos del concierto para daros una idea...:
(Este creo que era un Preludio...)
http://audioboo.fm/boos/1603597-concierto-de-chopin-en-varsovia-ii
(Y este segundo un waltz)
http://audioboo.fm/boos/1603599-concierto-de-chopin-iii-waltz
Por cierto que todavía no entiendo por qué los compositores no se molestan nunca en ponerles nombres a sus obras. Aquí estamos los contemporáneos, escuchando lo que ellos inventaron, obras magistrales que probablemente expresaban algo, pero que no llevan más que números y tonalidades por nombre... ¡Muchachos, que hay que cuidar las presentaciones! Se nota que lo del marketing no estaba de moda por entonces.
Siendo un cumpleaños, continuamos el día viajando al Stare Miasto (casco viejo), para tomar una "Sigmuntówka", típico dulce varsoviano y unas horas despues, cenamos en Babooshka, restaurante ruso que se ha convertido en uno de nuestros clásicos para este tipo de eventos.

Sea como fuere y aunque todavía debo escribir acerca de tantos viajes y anécdotas que se me van acumulando, no quería dejar pasar estos dos geniales domingos de verano en los que Chopin ocultó el sol con un nocturno y contuvo a la lluvia para dejarnos disfrutar de su genio.
Gracias a los que estuvieron y a los que habéis leído hasta aquí.
Un abrazo!

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